detour
He ido a ver un concierto-espectáculo de detour, el dúo musical formado por Iria Piñeiro (voz, bailes, monólogos) y Manuel Santamaría (piano, paciencia, saber estar). Me he reído tanto que aún no termino de creérmelo. La excusa argumental es una especie de autobiografía cantada de Lolita Castañer Rabas, cordobesa del 31, interpretada por una Iria Piñeiro que derrocha sobre el escenario una inteligencia y una presencia escénica muy poco corrientes. El dúo, instalado en una suerte de pequeño cabaret ambulante, entre comentario y comentario va desgranando versiones risueñas de estándares del jazz, el swing o de la bossanova, atreviéndose incluso con una hilarante versión de "la zarzamora" que dignifica desde la parodia respetuosa el lodazal que es el mundillo de la copla. Las letras de las canciones son efervescentes pastillas de ironía que te descuelgan de la cara una sonrisa tras otra mientras las ocurrencias de la cantante invitan directamente a caerse de la silla de la risa. Es el sentido del humor, encajado con maestría en unas melodías que te-suenan-de-toda-la-vida, el elemento dominante de todo el espectáculo, el dios pagano al que una suma sacerdotisa en estado de gracia permanente ofrenda toda clase de presentes: chistes sofisticados, escatología variada en bandeja de plata, parodias sutiles a los tics de los músicos en los conciertos, enrevesados guiños al espectador y pequeños juegos verbales ante los que es imposible no arrodillarse y aplaudir.
Y todo ello en un lugar -el bar La Vela, Samil (¿Alcabre?)- de escasa acústica y ante un público que mayoritariamente parecía estar a) esperando a que llegara su camello o b) esperando a que llegaran sus clientes, y que asistió como los cerdos aquellos de las margaritas estupefacto a un espectáculo para el que le haría falta posiblemente alguna clase de estimulación cerebral urgente.
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