Gracias a mis alumnos descubro que hay una especie de deporte llamado parkour o free running que consiste en correr, escalar edificios, dar saltos sobre el mobiliario urbano, dejarse caer acrobáticamente desde alturas imposibles, cruzar de una casa a otra vía saltos por el tejado, o hacer piruetas en los parques infantiles con cierto riesgo de desnucarse o algo peor. Algo como ésto:
Pienso y no veo mucha diferencia entre ésto y beber o tomar drogas hasta caer de culo. La juventud es el tiempo del exceso y éste es la pura afirmación positiva de la vida. Me he dado cuenta de que casi todo lo que merece la pena es un exceso sobre lo dado. Un buscar en la vida algo que vaya más allá de ella misma, aunque paradójicamente, el exceso de exceso da justo el resultado contrario, como si la afirmación en demasía equivaliese a una negación.
Algunos de mis alumnos practican con paciencia parkour y free running. No se lo diré nunca, pero tienen mi admiración secreta.
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