drivin´
Voy conduciendo por Jenaro de la Fuente y una alumna en prácticas de una escuela, delante de mí, avanza respetando los 50 km/h de máxima en ciudad, señala con los intermitentes cada cambiode carril, frena respetuosamente detrás del bus que no puede parar en su parada ocupada por 50 coches apelotonados en ella, espera pacientemente a que el bus arranque mientras tras ella suena la sinfonía de los cabreados al volante por tener que esperar cinco segundos extra. Por detrás de nosotros veo por el retrovisor un opel astra tuneado que, a unos ochenta km/h se salta un par de semáforos -el conductor siempre diría que los pasó en ambar-, cambia de carril ocho veces en busca del segundo no perdido jamás, pita lo que haga falta y echa chispas cuando se para por culpa de algún conductor de autoescuela. Compruebo que algunas personas al volante se comportan como cirujanos operando a vida o muerte mientras a su alrededor otras van igual que los concursantes del programa ese del humor amarillo. Por desgracia para las primeras todos convivimos en el mismo espacio. Vivir, conducir, tirar p´alante.
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