nosotros, los moralistas
Tengo una reunión con la madre de uno de los alumnos del grupo de Diversificación. Viene más que nada para saber de qué va la cosa. El chaval, por motivos obvios, ha sido escueto, no hace falta comprar libros, es todo lo que le ha contado. Desgrano con calma y con la mayor precisión posible en qué va a consistir el programa del curso. Le explico que su hijo, por las circunstancias que lo rodean, está en el paso previo al abandono de la escolaridad, y que la diversificación es casi el último recurso que tenemos para evitarlo. Le cuento lo importante que es que chicos como su hijo, al menos, se saquen el título de graduado en secundaria. Acabo mi discurso y el gesto de su boca me prepara para un pequeño intercambio de impresiones.
Escucho -y anoto mentalmente- algunas observaciones.
Mi hijo tiene que hacer el bachillerato.
Mi hijo va a una academia para que le controlen el trabajo.
Yo de joven fui bastante rebelde y dejé pronto los estudios para ponerme a trabajar. No quiero que él haga lo mismo.
Él es muy hippie, no acepta bien lo de estudiar.
Mi hijo tiene que hacer el bachillerato.
Los profesores teneis que motivarlo, eso es lo fundamental.
Mi hijo tiene que hacer el bachillerato.
Que note que lo tenemos controlado entre todos, eso es lo fundamental.
Buenos días.
Corroboro algo obvio: cuanto más se ha dedicado uno a desfasar -en plan serio, claro- durante su juventud más conservador se vuelve con los años. Casi prefiero a los padres tipo opus dei, al menos no te dan la tabarra con lo desfasados, antisistema y rebeldes que fueron en su juventud, mientras te miran con la superioridad moral que supuestamente da el "haber exprimido la vida a tope".
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