1 de out. de 2006

extraños compañeros de mesa
Comemos en una pizzeria de una cadena con nombre italianizado hasta extremos caricaturescos. El interior hace honor al nombre, desplegando un sentido de la decoración muy de ahora, 100% kitsch, pastiche auténtico, un verdadero falso restaurante italiano. Al lado de nuestra mesa se sienta una pareja también muy de ahora. Ella podría englobarse en esa tribu urbana que definía un primo mío el otro día en una comida familiar: "novia de tunero". Pese a la ropa y el maquillaje se podía adivinar una chica realmente guapa. Él podría haber salido de una versión porno de Operación Triunfo, de un concurso por internet para elegir el mejor gonzo del año grabado con el móvil: mandíbula cuadrada, sonrisa torcida llena de dientes y de desdén, pelopincho casi al uno ligeramente inclinado, indicios de hipertrofia muscular en un jersey más que ceñido, mirada entre fiera y despreciativa. Mientras hablábamos y comíamos me fijaba en ellos por el rabillo del ojo. Él se pasó la comida jugueteando con el móvil mientras ella comía mirando al plato fijamente. Antes de los postres llegó otro chico a su mesa. Misteriosamente, él guardó el móvil, saludó al recién llegado afectuosamente y a partir de ahí se pasó el resto de la comida hablando y sonriendo con sus dos compañeros de mesa. De paso arruinó mi casposo análisis sociológico de andar por casa. Gracias.

Ningún comentario:

Publicar un comentario

Deixa o teu comentario