El autor de generación x coge a un grupo de treintañeros que trabaja en una empresa de desarrollo de videojuegos y traza con ellos una topografía descarnada, corrosiva y divertidísima del panorama vital y moral de los miembros más afortunados de la generación x. El grupo de gente protagonista -jpod: ya que todos sus miembros tienen un apellido que comienza por j- está formado por seis geeks absortos en una existencia en la cual los cachivaches tecnológicos, las zapatillas de marca, el consumo de aperitivos y dulces extravagantes y el culto a lo freak, resultan ser algo tan fundamental como las relaciones sociales, la familia o la amistad lo eran hace unos cuantos años. Junto a ellos, un muestrario de personajes -entre los que aparece el propio autor haciendo de sí mismo- que, pese a su condición casi caricaturesca resultan preocupamentemente verosímiles.
Partiendo de una trama delirante basada en el desarrollo de un videojuego de monopatines, el autor exhibe con un ingenio asombroso una catarata de observaciones demoledoras sobre el sistema económico en el que estamos inmersos, la vida en sociedad, las relaciones de amistad y los vínculos familiares. La inteligencia de los protagonistas no los salva de ser un pandilla de autistas -en diversos grados- enredados en obsesiones absurdas que les sirven para distraer su mirada del pavoroso vacío emocional y moral en el que están sumergidos.
Todo ello narrado a un ritmo frenético, con un sentido del humor que te obliga a releer algunos párrafos y a anotarlos o subrayarlos, evidenciando una vez más lo increíblemente atentos que están algunos escritores (sobre todo norteamericanos) a su tiempo, así como su capacidad para deglutir y presentar ante nosotros el millón de acontecimientos aparentemente desconectados que, sin embargo, conforman la inquietante trama de nuestro presente.
El problema es que después de una semana sin parar de mirar en Google, nos empieza a agobiar la sensación de saber la respuesta a todo. Seguro que Dios se siente siempre así. Creo que la gente en el año 2020 echará de menos la sensación de no tener ni idea.
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