Dándole vueltas a los comentarios del post anterior me ha venido a la cabeza el discurso que en la novela de Ray Bradbury Farenheit 451 el jefe de bomberos le suelta al ya indeciso protagonista Montag:
Si no quieres que un hombre se sienta políticamente desgraciado, no le enseñes dos aspectos de una misma cuestión, para perocuparle; enséñale sólo uno. O mejor, no le des ninguno. Haz que olvide que existe una cosa que se llama guerra. Si el gobierno es poco eficiente, excesivamente intelectual o aficionado a aumentar los impuestos, mejor es que sea todo eso que no que la gente se preocupe por todo ello. Tranquilidad Montag. Dale a la gente concursos que pueda ganar recordando la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales del Estado o cuanto maíz produjo Iowa el año pasado. Atibórralo de datos no combustibles, lánzales encima tantos "hechos" que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque los hechos de esa naturaleza no cambian. No les des ninguna materia delicada como Filosofía o la Sociología para que empiecen a atar cabos. Por ese camino se encuentra la melancolía.
[También, leyendo el magnífico post de Ceryle sobre Pasolini, me prometo a mí mismo que intentaré hacer mía una máxima del propio cineasta sobre el compromiso político: primero pasión, después ideología.]
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