8 de ago. de 2005

la isla
Hace un par de días fui al cine a ver "la isla", un subproducto cinematográfico que podría encuadrarse en ese género que arrasa últimamente que es la serie B con presupuestos elefantisíacos. No fue la trayectoria de su director, Michael Bay, autor de "Pearl Harbor" y "Armaggedon" (no he visto ninguna de las dos, y, por lo visto hasta ahora, no tengo intención de hacerlo), ni tampoco los efectos especiales -que sería un excelente motivo para meterme en un cine una noche de agosto con 27º en casa a las 0.00 horas-, o la curiosidad por una historia al menos un poco simpática -ay, como añoré "la fuga de Logan", mientras visionaba "la isla"- sino por su actriz protagonista, la ya totalmente elevada a los altares del star system planetario, Scarlett Johansson.





En el sentido en el que iba a ver la película no he quedado defraudado: los primeros planos de Scarlett son abundantes y su inmensa fotogenia hace que uno no se arrepienta de haberse metido en el cine con un escepticismo que se dispara cuando, después de media hora de película todos los diálogos se reducen a "corre más", "vale", o "corre más", "no puedo". Aunque hay algo que me desagrada profundamente, y es el tratamiento visual de tía-buena que se empeña en darle el director. En realidad supongo que esperaba volver a ver a la Charlotte de "lost in traslation", la chica de la mirada encadenada al corazón de su incertidumbre, y eso, en una película en la que de media hay una explosión cada tres minutos, iba a ser un poco difícil. Al salir del cine, la temperatura exterior era de 23º (eran casi las tres de la mañana). Lo mejor, Scarlett aparte, los primeros veinte minutos y el diseño de producción: magníficos los vehículos futuristas y la ciudad de Los Ángeles del 2019. Lo peor: el guión, con unos fallos increíbles para un producto de semejante presupuesto, la dirección, espasmódica, arrítmica, desquiciante en muchos tramos, y la sonrojante traca final, más propia de una película de Disney que otra cosa.

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