26 de xul. de 2005

días nublados
El verano parece haber desertado vergonzosamente de nuestras vidas. Por las mañanas, niebla y llovizna; por las tardes, hilos de luz filtrándose entre una masa grisácea que tiene ese efecto demoledor sobre el ánimo de llevarnos sin quererlo hacia los días breves y tristes del Otoño.

En estas condiciones, se impone salir de casa a cualquier precio. Evitar quedarse atrapado entre la calidez engañosa del sofá. Pasear las playas desiertas con un jersey grueso y la sensación de ser el penúltimo habitante sobre la tierra. Recorrer los puntos más elevados de nuestro litoral para emborracharse de esa mezcla exacta de melancolía, euforia y soledad que produce la visión del océano abierto hasta el límite de nuestra vista, enfrentado a una borde de rocas y monte que duelen de tan hermosos. Ayer, dolían mucho.




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