Siempre me he preguntado cuanto cuesta poner un anuncio a página completa en la contraportada del semanal del periódico el país. Supongo que una cantidad bastante considerable. Últimamente (no sabría decir si varios meses o años, apenas encuentro algún artículo que me interese en dicha revista) he observado que esa última página está copada completamente por una empresa que ofrece "complementos" para el móvil: melodías, logos, juegos y animaciones, incluyendo para ello un ránking de lo más solicitado:
La sección de logos y animaciones se puede dividir en tres grandes categorías:
1) Sexo. Donde uno puede poner como logo de su móvil a ceferina, a roy, a dominica, a yerimen, a eri, a benedicta, a francine, o a la socorrida pamela anderson, además de una interminable lista de culos o tetas anónimos. También hay animaciones sorprendentes: "el kamasutra animado en tu móvil" o "envía zoom roy y verás como roy se desnuda en tu móvil".
2) Gilipolleces. Un bebe con un gorro con la bandera de Jamaica y fumándose un canuto. Dos bocas en pleno morreo. Ilustraciones épico-kischt. Y la subcategoría "gilipolleces con animales": los tres tristes tigres. Dos cerditos. Un perro sobando. Dos monos riéndose.
y 3) Política. La bandera de Euskadi. La bandera de España. Una imagen del Ché Guevara.
Si toda esta publicidad se ha instalado de esa manera en la que debe ser una de las páginas más caras de toda la prensa española es porque el negocio debe ser espectacular, y, por tanto, la demanda de todos estos subproductos tiene que ser altísima.
No sé quien puede ser el gilipollas que lleva en su móvil una bandera de España. O de Euskadi. O del Ché. Puedo entender que alguien se sienta español o vasco o admirador de un supuesto "revolucionario" de los años sesenta, pero customizar el móvil de esa forma indica alguna clase de estupidez sin retorno. Poner a Ceferina o a Roy me parece más comprensible. La soledad, el aburrimiento, ambas cosas, vale, todo muy humano en su peor versión. Lo de las babosadas me llama la atención especialmente. Como cuando entras en algunos bares/casas/centros de ocio/otros y te encuentras un calendario del xacobeo. Una porcelana de Lladró. Una figura de cerámica de un cerdo o una vaca. Unos perritos de cristal. Una Torre Eiffel de cerillas. Yo que sé. El catálogo de objetos absurdos con los que la gente creyendo decorar sus hogares los convierte en pequeños museos del horror.
Conclusión: dejo una pregunta. ¿Es esa última página de la que hablo un indicativo fiable de los gustos, la cultura política y la temperatura cultural de este país? Yo creo, que, por desgracia, sí. Y también de cosas más graves.
(Continuará)
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