1 de xan. de 2005

año nuevo
me despierto a las 9.30 am; salgo afuera y la casa está envuelta en una niebla espesa y profunda; sólo se oyen de fondo las olas rompiendo contra la playa en medio de un silencio abrumador; la hierba está empapada del rocío nocturno y el aire huele a una mezcla untuosa de sal, arena y humedad; es año nuevo, y la incertidumbre parece haberse encarnado en una masa nubosa opresiva que, estática, inunda todo lo que me rodea; vuelvo a la cama; creo que me quedo dormido; otra vez, es uno de enero

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