5 de nov. de 2004

dos decepciones
en los últimos días he comprado dos revistas, una con la que mantengo una relación de amor-odio desde hace tiempo y otra que después de años de desaparición ha reaparecido en los estantes de mi kiosco:



la primera de estas portadas corresponde al penúltimo número de la revista de cómics el víbora (ya han anunciado que el del próximo mes es el último definitivamente); y la verdad, la línea descendente de los últimos años hace que, por una parte, no sienta en absoluto su desaparición: el ejemplar de este mes es tan condenadamente malo, tan aburrido y tan mediocre que uno desearía que fuera realmente el último para no tener que comprar el próximo mes el que ponga fin a sus 25 años de trayecto; su portada habla con claridad de la esclerosis de su ideario estético e ideológico: una supesta crítica a la boda del príncipe con la ex-presentadora del telediario que sonroja por su simpleza y por su cortedad de ideas; su nómina de colaboradores últimos da una idea del nivel de confusión que han alcanzado: orúe, elreydespaña, dediego y carlo, tobalino, hitos o piñata, cabezas visibles de un tipo de cómic que no arriesga lo más mínimo en ningún aspecto y que se presenta como estandarte de lo "alternativo" entendido a la manera de la época de la transición, entre el costumbrismo inane, el panfleto político más lamentable y la escatología hispánica; y pensar que en esta revista descubrí -por hablar sólo de sus últimos diez años- a charles burns, adrian tomine, daniel clowes, ralf konig, peter bagge, los hermanos hernández, mezzo y pirus, sequeiros, david lapham, hewllett y martin, álvarez rabo, mauro entrialgo, paco alcázar, álex fito, tomaz lavric, jiro taniguchi, katsuhiro otomo, etc, etc...

la segunda portada corresponde a la nueva etapa de la revista ajoblanco; si bien las críticas de ese excelente lector que es bob ya me pusieron en guardia, he podido constatar por mí mismo la decepción total que supone su lectura; empieza el mosqueo cuando uno observa que los textos no están firmados y que todos sus autores aparecen juntos y revueltos en los créditos bajo el epígrafe "han escrito este número"; sus intentos de crítica del momento histórico que vivimos se quedan en la superficie de las cosas (sonrojante el primer artículo en el que se anuncian a sí mismos como creadores de públicos, describiendo seis categorías de espectadores como "el weekend engagé", "el buen socialdemócrata", "el alternativo impaciente", "rrradical chic", "el franquista malgré lui", "el devoratópicos"), su denuncia de los medios es banal (artículos como "teledios" o "poder y magia" suenan ya a tan vistos/leídos que uno pasa las líneas de cinco en cinco), hay un historia sobre una periodista que tras ver censurado su trabajo de investigación acaba acostándose con su director de periódico (de nuevo, todos los tópicos habituales al servicio de una escritura lamentable) y artículos supuestamente ácidos contra las religiones, el matrimonio, las marcas o el trío de las azores que no llegan ni a la categoría de panfleto, tal es su simplicidad, su ausencia de argumentos clarificadores o su escasez de ideas de fondo: puro catálogo de escupitajos sin más trasfondo que demostrar lo radikales que pretenden ser; (y como acompañan el ejemplar de la edición facsimilar de sus seis primeros números, la broma sale en diez euros)

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