noche de viento
el pronóstico del tiempo decía que los restos de un huracán entraban el viernes por la costa gallega dejando rachas de hasta 110 km/h; desde el coche, grupos de nubes cruzaban el cielo aceleradamente como si fueran imágenes a cámara rápida, y algunas bolsas de plástico se elevaban violentamente, para, tras una leve pausa en el aire descender elegantemente; bajando hacia vigo por la carretera de la vía, vi gatos sonámbulos bajando la cabeza frente al viento, y algún que otro perro abandonado que se quedaba mirando alucinado para los faros del coche; contenedores volcados y restos de basura entre ejércitos de hojas húmedas, y las señales de tráfico temblando convulsas; hasta los mil doscientos kilos del coche oscilaban al parar en los semáforos que dejaban estelas rojas en las retinas de los conductores; y hasta los árboles, habitualmente inmóviles evocando una especie de sabiduría inalcanzable parecían niños asustados, temblorosos, frágiles y desvalidos como seres humanos como nosotros;
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