23 de set. de 2004

días corrientes
la mañana amanece fresca, con pequeños soplos de aire frío que traen noticias del otoño que se avecina; en el colegio, el sonido familiar del griterío en el patio, las carreras apresuradas, la sirena marcando los cambios de clase, ejercicios de rutina, las mismas frases repetidas a niños distintos, como cada día; mientras, el avance del sol, mediodía de calor y jerseys abandonados por las esquinas; me quedo hasta las tres esperando con una niña de 3º de primaria a que llegue su madre "tiene un descapotable rojo, un mazda", y a lo lejos aparece como una flecha incendiada sobre el asfalto desierto de la carretera del aeropuerto; como con mis padres, los tres solos, una escena poco corriente a la que ya no estamos muy acostumbrados; llego a casa a media tarde, corto los centímetros cuadrados de césped transformados en selva tropical, me ducho, ceno con un sándwich y una bandeja viendo el telediario; releo la revista de libros del mes de septiembre mientras, al final del telediario 1, lorenzo milá hace un poco el tonto fingiendo que se autoestrangula; llega a. y me siento con ella a ver la tele mientras me habla de su día en pontevedra; anochece y por la ventana abierta entra el olor de la hierba recién cortada; parece verano, pero lo bueno es que no lo es;

[por primera vez en muchos años siento que tengo un pie en la tierra; del otro todavía no tengo noticias; no sé si las necesito]

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