8 de maio de 2004

lambchop
la noche del viernes, después de una semana que mejor olvidar para no amargarse, termino yendo al concierto de lambchop con jm, ra y contra; allí además quedamos con l y m para ir a cenar algo por pontevedra tras el concierto; fiel a mi costumbre llego tarde y me pierdo a los teloneros, niza, grupo del que no he escuchado absolutamente nada y sobre el que carezco de opinión, aunque me resultan un poco extraños como teloneros de lambchop por las referencias que tengo de ellos; francamente, yo hubiera puesto a migala o a alguien en esa línea, cuestión de gustos;

en el pazo de congresos de pontevedra, sentado cómodamente en mi butaca, el escenario con un mínimo pero efectivo juego de luces, asisto a uno de los mejores conciertos a los que he ido últimamente (y llevo algunos este año extraordinarios, como el de mum o el de califone); la voz de kurt wagner -la que uno quisiera que fuera su propia voz en voz en off dentro de la cabeza-, el engranaje milimetricamente ajustado de su banda y el puñado de canciones que durante dos horas me encogió el corazón hasta no ser capaz de hacer otra cosa que aplaudir hasta con las orejas me rescataron de unos días algo demenciales; empezaron con una mezcla de temas de sus dos discos últimos y de canciones antiguas y con un kurt wagner con la voz intacta (luego, tras tres cajas de cigarrillos y varias cerveza acabaría por fracturársele, dando un toque más desgarrado de lo normal a las últimas canciones), susurrando sus pequeñas historias acerca de microdramas cotidianos, desamores etílicos y decepciones vitales de baja intensidad (letras aquí); a medida que la cosa iba avanzando, intercalando chistes en ese idioma extraño que es el inglés de norteamérica con pequeñas muestras de agradecimiento al público por la entrega y el entusiasmo, uno sentía que en el escenario se estaba construyendo "algo", una especie de refugio sonoro en el que instalarse en caso de desamparo emocional; porque, si algo tienen las canciones de lambchop es una suerte de efecto reparador: con las dosis justas de escepticismo e ironía, cansancio y decepción, sentido del humor y furia (sí, también hubo pequeños arrebatos de rabia y derivas instrumentales controladas), provocan la sensación de ser lugares en los que poder sentirse a gusto en caso de que no te sientas a gusto en ningún lado... todo ésto comenzaba siempre de la misma forma, mr. wagner empezaba a susurrar al micrófono mientras acariciaba casi imperceptiblemente (se oía más el fondo de los altavoces que las propias notas) las cuerdas de su guitarra; sigilosamente se incorporaban al asunto el piano, la guitarra eléctrica, el bajo, la batería, todos con delicadeza, como deslizándose, entrelazándose y acoplándose de manera que de pronto allá en el escenario había crecido ese "algo" -en forma de country-folk de cámara- al que aludía antes, una corriente de tristeza moderada en la que te sentías como envuelto, abrigado, consolado; tras hora y media y varios bises cerraron con is a woman, casi la canción que más me gusta de ellos, aunque la versión me resultó algo fallida: la cadencia reggae original desapareció dejándonos un poco a disgusto (muy poco);

(al salir, división de opiniones; los más sensibleros estábamos encantados de haber ido; los más críticos sentenciaron de manera implacable con el temible: "pss, no ha estado mal, pero...")

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