enterado a destiempo del ciclo dedicado al documentalista (¿se dice así?) nicholas philibert me acerco a ver ser y tener (esta vez el título no ha caído en manos de un tarado), el rodaje de todo un curso en una escuela unitaria en la francia rural; una escuela unitaria es aquella que agrupa a alumnos de todas las edades (en este caso de 4 a 11 años) ya que la dispersión y la escasa población no dan para mantener un colegio con todos los niveles educativos;
el documental realiza la proeza de rodar un curso completo el interior de una de estas escuelas unitarias francesas (en auvergne) en las que, como ruido de fondo, resuena con tristeza la lenta despoblación del medio rural; el maestro que la lleva, próximo a la jubilación (con 55 años), se gana enseguida la rendida admiración del espectador: amable, tranquilo, afectuoso, sereno, capaz de tener en orden una clase en la que conviven niños de 4 años con preadolescentes de 12, dialogante, comprensivo...; los niños son de esos que al llegar a casa deben ayudar a limpiar establos, hacer la comida, guardar vacas, alimentar ganado, etc., y, tras eso, hacer los deberes, ayudados por unos padres para los que cosas como sumar o multiplicar suponen auténticos esfuerzos; uno no sabe que aprecia más, si el milagro cinematográfico de la inmersión en ese microcosmos de actividad infantil, o la prodigiosa capacidad del maestro para tener siempre la frase correcta, el silencio preciso, la mirada necesaria, y el manejo maravillosamente exacto de ese complicado mecanismo de relojería que se llama "autoridad"; porque, si de algo trata el documental, es de la sabiduría para educar; sabiduría no para enseñar correctamente unas cosas u otras (que también), sino para trazar un rumbo a cada uno de los alumnos en función de sus necesidades y de sus características, la capacidad para reconocer sus virtudes y sus defectos y enseñarles el valor de las primeras y la valentía que se requiere para enfrentar los segundos... viendo la película recordé unas palabras de hanna arendt del libro entre el pasado y el futuro, 8 ejercicios sobre la reflexión política acerca de la crisis de la educación en la américa de los años sesenta:
La educación es el punto en el que decidimos si amamos el mundo lo bastante como para asumir una responsabilidad por él y así salvarlo de la ruina que, de no ser por la renovación, de no ser por la llegada de los nuevos y los jóvenes, sería inevitable. También mediante la educación decidimos si amamos a nuestros hijos lo bastante como para no arrojarlos de nuestro mundo y librarlos a sus propios recursos, ni quitarles de las manos la oportunidad de emprender algo nuevo, algo que nosotros no imaginamos, lo bastante como para prepararlos con tiempo para la tarea de renovar un mundo común.
(lo mejor de todo es la sonrisa con la que sale uno del cine, la que surge del contacto -fugaz- con algo de lo mejor de la vida: humor, inteligencia, afecto, bondad, sabiduría)
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