balance de la nada
la noche del sábado, tras una semana de agotamiento total me voy al concierto de mono+refree en el vademecwm; entre las líneas musicales mi debate interno de los últimos días se convierte en un griterío insoportable en el interior de mi cabeza: ¿soy una ruina o un desecho? tras escuchar a refree, incapaz de apreciar ninguna de sus virtudes, sólo pensando comparaciones gilipollas para poner en el blog (del tipo "más pedro guerra que nacho vegas, más rosana que la buena vida, más fran perea..." ahí me detengo: me estoy pasando) y sintiéndome completamente al margen de su repertorio de intimidades cotidianas con instrumentación tendente a lo jazzístico, me siento como un desecho con la sensibilidad anestesiada, un mendrugo embrutecido por la fatiga incapaz de apreciar nada; luego empiezan los japoneses mono: dos guitarras, un bajo, una batería... y 16 pedales; l. avisa: durante las pruebas de sonido las botellas y los vasos hicieron ademán de suicidarse en masa; oigo chistes sobre oídos sangrando, tímpanos rotos, sonotones de oferta y whispers xl: no puede ser para tanto, me digo, sólo son cuatro japos con instrumentos tradicionales; tras la primera canción mi debate interno está solventado: soy una ruina, pienso, apoyado contra la barra mientras me vibran las piernas, la ropa, las puntas abiertas del pelo, la cremallera de los levis y una muela que tengo perforada; capas y capas de sonido se van apilando contra mis tímpanos como metal fundido, llegando a un paroxismo sónico que creo no haber experimentado en mi vida; sobre el escenario los cuatro músicos parecen estar en una especie de trance místico porque si no no me explico como aguantan esa sensación de estar metido en la turbina de un avión... acaba el concierto, la bajista sale disparada del escenario para ponerse a vender cds a la entrada del local, eso es tener sentido de la responsabilidad; los otros recogen el escenario mientras me veo a mí mismo como un desecho ruinoso que sólo quiere llegar a su cama;
el debate está resuelto
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