gente honesta
ayer mientras caminaba por vigo una de mis sandalias se descoyuntó dejándome literalmente tirado en medio de la calle; recordé una tienda de reparación de calzado que conocía cerca del mercado del calvario; cogí el coche conduciendo con un pie descalzo (¿será delito?) y me planté allí delante; eran sobre las cuatro y daba el sol de manera considerable; todas las tiendas estaban cerradas pero ésta no; aparqué delante, entré con un pie descalzo, la sandalia en la mano y cara de necesitar ayuda urgente; el señor de la zapatería no necesitó más datos, cogió el objeto siniestrado, le echó un vistazo, se lo llevó a la parte de atrás y a los diez segundos volvió con cara de cirujano que acaba de extraerte un tumor gravísimo: "ya está, son 50 céntimos"; le di un abrazo imaginario (aparte de la pasta); salí, y como llevaba la cam, me quedé con el único cartel que debe hacer honor a su nombre en toda la ciudad:
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