3 de xul. de 2003

caetano veloso

voy a ver a caetano veloso en el marco del parque de castrelos; mi ignorancia hace que no toque ninguna de las pocas canciones que le conozco, pero eso no impide que me guste el concierto; la noche, salpicada de nubes y estrellas, ayuda a entrar mejor en el universo veloso de sentimientos elegantes y dulces palabras susurradas a media voz; algo de fresquete, la penumbra, el silencio religioso de las calculo que diez o doce mil personas al aire libre (por datos de otros conciertos a los que he ido), y la presencia de caetano, tan sereno, el solo con la guitarra frente a una multitud silenciosa y expectante, hacen de la hora y media que dura la cosa un pequeño momento especial en medio de la semana, como dignificando la previsible y trivial noche de miércoles que me esperaba en casa; un gustazo

(¿pop? puede ser, pero del que está más cerca del arte que del oficio)

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