la confusión de un turista de masas
el turista de masas viaja como un niño pequeño guiado de la mano: cualquier sorpresa mínima provoca una reacción desmesurada por su parte, como la pataleta de un crío al que han engañado vilmente;
en los lugares en los que se alberga se le ofrece una amplia variedad de actividades estúpidas que despiertan su estupor;
mayor sorpresa le produce el entusiasmo sincero que otros miles de turistas de masas exhiben ante tales actividades; se le ofrecen viajes organizados para conocer lo fundamental por precios absurdos; el mundo para el turista de masas es simple, organizado de forma eficaz, limpio, frío e insustancial;
el turista de masas mira a los otros turistas de masas, preguntándose porqué toda esa gente se ríe tanto continuamente en los halls de los hoteles, en los comedores de los hoteles, en las piscinas de los hoteles, en los baños de los hoteles y en las playas de los hoteles; el turista de masas no comprende ese torrente de alegría, ni por qué él siempre ha chapoteado en pequeños charcos circunstancialmente;
el turista de masas llega cansado al hotel por las noches tras agotarse procurando rentabilizar su pequeña ración de tiempo libre, prisionero de su ocio; las habitaciones de los hoteles están limpios, huelen a ambientador, tienen una tele con treinta canales y muebles fríos que se encargan de recordarle que no está en nada que se parezca a su casa;
el turista de masas viaja y, parafraseando a camus, no es feliz
el turista de masas es un capullo, pero eso no le hace especialmente infeliz
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