25 de xan. de 2003

abandonarse

las mañanas de los sábados (como hoy) abro todas las ventanas del salón y me envuelvo en la luz del mes que toque; la de enero es pálida y fría y hace que todas las cosas parezcan estar como más alejadas unas de otras, incluso los muebles del salón parecen haberse desplazado ligeramente hacia un atrás imaginario ;sumergido en toda la luz de un día como hoy enciendo el ordenador y pierdo el tiempo paseando por internet mientras el sol me da primero de costado y luego ya casi de frente; A. suele tener que trabajar los sábados, y, cuando sale por la puerta, siempre repito la misma promesa entre legañas: no te preocupes que ya lo ordeno yo todo; evidentemente, cuando vuelve a casa es raro que siquiera me haya duchado; he posteado algo con cierta pereza complaciente, he visto miles de páginas que luego no recordaré y me he oído un par de cd´s que tenía medio olvidados, pongo cara de circunstancias: las mañanas de los sábados estimulan mi pereza, me transmiten la ilusión de una vida sin preocupaciones, hasta los perros se echan en el suelo a mi lado y se mueven lo justo para seguir la franja de luz que entra por la ventana de la terraza; lo mejor es cuando el segundo cd se termina y ya no tengo ni ganas de cambiarlo y en casa sólo se oye el ventilador del ordenador y el zumbido del lavavajillas mezclados con el sonido del teclado o los clicks del ratón...



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