13 de out. de 2002

los lunes al sol y otras peripecias

jueves 10 de octubre

se inaugura la exposición del m. del m. que me ha robado a A. durante casi un mes completo (referencias sobre el tema: ver el foro de contra para saber cómo ha sido la cosa); el club del canapé, reunido en parte para el evento asiste impertérrito a una hora de discursos surrealistas a cargo de autoridades locales y comisarios de la exposición; el lugar, el m. del m.: un edificio que refleja el proceso de senilidad galopante de su autor (eso sí, situado en el típico "marco incomparable" sólo por el cual merece la pena desplazarse a verlo); los integrantes del club hemos visto fuera las furgonetas de nuestra empresa de cattering favorita y aguardamos expectantes; nos situamos aplicando la estrategia clásica del pentágono en medio de dos mesas para interceptar los flujos de bandejas que deben dirigirse a ellas; dos de las cinco puntas miran a una mesa, las otras dos a la de enfrente y la punta solitaria escudriña el horizonte marcando los pasos de canapés; nos asombra el alto nivel de competencia: nuestras armas clásicas de coger dos o tres canapés simultáneamente se revelan infantiles frente a la experiencia de a) una pareja de viejos que adoptan la táctica de marcar a las camareras como si fuesen dos centrales del racing de santander persiguiendo a ronaldo y b) un tipo de papada descomunal que parece el indurain de los canapés: marca un ritmo implacable que nadie puede seguir: nuestras dos puntas en la mesa correspondiente se ven superados por una auténtica máquina de deglutir que no descansará ni un minuto a lo largo de las dos horas que permanecemos allí: cada vez que lo observamos está llevándose la mano a la boca; superados los minutos de pánico inicial, comprendemos que nuestra mejor arma es nuestra posición, por lo que, tras una rápida deliberación el pentágono es cambiado por una circunferencia que, como si fuera una planta carnívora se abre repentinamente cuando pasa una bandeja de canapés, cerrándose rápidamente tras la portadora de la bandeja y volviendo a abrirse tras el pertinente decomiso de la mercancía; de esta manera improvisada empezamos a cortar los flujos que nutren a la bestia que nos ha expulsado de una de las mesas y observamos atónitos cómo la pareja de viejos aprovecha una apertura para colarse subrepticiamente en nuestro círculo; hay mini tartaletas de gambas con espuma de queso, rollitos de salmón sobre mini tostadas, jamón de bellota algo mal cortado, diversos tipos de ahumados, empanada de carne que no pruebo, minisandwiches vegetales y medias lunas de chorizo iberico, hojaldres con trozos de bratwurst y algunas cosas más que no sabría describir: poco a poco imponemos los años de experiencia y ante el volumen de nuestro consumo las bandejas se multiplican a nuestro alrededor; llegamos a los postres listos para todo, y éstos no nos defraudan, pastelitos de crema, de nata, petissuises, bombones de chocolate negro (así a ojo, del 60% al menos) rellenos de chocolate fundido, virutas de chocolate con almendra y hojaldres variados con frutas confitadas...la gente se va yendo y nosotros seguimos allí, vigilando a la bestia, observando como la pareja de viejos expertos se va tras haberse pulido al menos la mitad del cattering...una de las camareras con la que hacemos una breve pero intensa amistad nos reconoce nuestra labor al final: "os habeis portado como campeones"; nos sentimos orgullosos de nosotros mismos, aunque al salir notamos cierta pesadez estomacal; L. observa, agudamente, han faltado las quiches y todos nos llevamos las manos a la cabeza; son las diez y cuarto cuando nos despedimos entre el rudio del mar y el fresquete de las primeras noches frías de otoño; nos miramos como preguntándonos "¿y de qué iba la exposición?"

sábado, 12 de octubre: los lunes al sol

tras la inauguración del jueves y el cenorrio del viernes decidimos que basta de cometer excesos; iremos al cine a ver la famosa peli: para ello entro en cinentradas.com con la intención de sacar las entradas por internet en los cinebox plaza e, pero oh sopresa no hay billetes para ninguna sesión del sábado; echo un ojo a los cines lauren de pontevedra y encuentro sitio en la sesión de las 22.30; curiosamente nos lleva 25 minutos llegar a dichos cines: he tardado a veces más de tres cuartos de hora en llegar de mi casa a los box plaza-e, lo cual me hace plantearme muchas cosas (que comentaré más adelante); el centro comercial es el típico centro comercial aunque algo pequeñito; la sala tiene una pantalla inmensa, asientos amplios y sonido THX: como debe de ser...¿y la película? bien en general, pero no tanto como esperaba a juzgar por las críticas: he llegado a la conclusión de que cuando una peli española está un poco bien, los críticos echan por fuera que da gusto; por cierto que a la hora de verla ya advierto que si uno es de vigo la cosa tiene más gracia que si no lo es: uno juega mentalmente a ver si reconoce las calles los lugares o incluso a la gente (como mi alumna que sale cinco minutos cantando en un karaoke: la verdad es que es fotogénica porque en persona es una chica totalmente normal); los diálogos son lo mejor de la película junto a las interpretaciones de los actores: bardem está muy bien, pero Luis Tosar o Celso Bugallo se salen, incluso hay una chica muy guapa, típicamente tomatera que diría mi amigo F., Aida Folch, aunque uno no se crea que tenga los quince años que dice tener. El problema del paro es abordado desde la perspectiva de seis personajes diferentes. El drama de no tener trabajo cuando has estado toda la vida trabajando (recuerdo una frase de Claudio Magrís: no tener dinero es la peor de las humillaciones) y los días pasan pero tu vida se queda atrás. El personaje de Bardem -Santa- se lamenta de que la desunión entre los trabajadores en su momento hizo que todos se quedaran sin nada: es un tipo airado que por encima de todo pone su dignidad y vive de acuerdo con este gesto aunque ello le suponga pasar muy malos tragos; sus excompañeros de trabajo -reunidos en un bar que sería la versión galaica del de "nighthawks at the dinner" de edward hooper- se pasan el día discutiendo sobre el trabajo: algunos se dejan resbalar por la pendiente de los días vacíos que conducen de cabeza al alcohol (días sin huella, se llamaba la película de Billy Wilder sobre el tema -en realidad "the lost weekend"-)-, otros tratan de volver a flote, al mundo normal de las nóminas cada mes y el mes de vacaciones y la paga extra de navidad y todos los sucesos que vertebran las vidas "normales" de la mayoría, y alguno simplemente se ahoga calladamente en la soledad de su vida sin rumbo, emprendiendo un camino que atraviesa todos los territorios de la degradación. A ratos muy emocionante y empapada de un humor crudo que te obliga a distanciarte de la terrible problemática que expone, la película no colma todas las aspiraciones del espectador por ciertas concesiones sentimentalistas que acuchillan la lógica interna de la narración. Esto deja un doble mal sabor de boca, el referido a la propia temática expuesta y el que es consecuencia de cierta frustración con respecto a las expectativas que despierta la película. Pienso que es obligatoria verla aunque sea para lamentar que, como en el anuncio del petit suisse, le haya faltado un poquito así para ser una grandísima película: otra vez será.



Bardem, Tosar, Nieve de Medina y Jose Angel Egido.

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