el sábado noche fui al cine a ver la caja 507, película bendecida por la crítica y con un planteamiento a priori interesante, en el que, con la excusa de un atraco a un banco, se describe el lado oscuro de un mundo - la costa del sol - dominado por políticos corruptos, mafiosos italianos y locales o presidentes de megacorporaciones financieras que nunca se pringan con la porquería que manejan y las historias paralela de un hombre corriente y un killer, uno epmeñado en vengarse y el otro en huir de su propia vida;
la película intenta describir el mundo del hampa de pequeño y gran calibre, pero su gran fallo es que se comporta como si teniendo que hacer un documental sobre el océano, dedicase sus dos horas a filmar el oleaje, dejando la desagradable impresión de que algo ha fallado, de que nos han explicado los "cómos" pero no los "por qués"; uno de sus problemas más graves es el exceso de ambiciones que maneja el director al pretender retratar a) ese mundo del crimen organizado de la costa del sol, b) el drama personal de un tipo corriente que de la noche a la mañana encuentra su vida hecha pedazos y quiere venganza, c) la vida paralela al otro lado de un policía venido a killer que quiere dejarlo de una vez y llevar una vida normal y d) el submundo que se oculta tras la fachada de respetabilidad que otorgan la política o la actividad empresarial. Con todos estos frentes abiertos, uno esperaría una descripción de hiperviolencia seca al estilo Takeshi Kitano como mínimo para salir satisfecho del cine. En su lugar encuentra un capítulo muy alargado de un híbrido entre de programas televisivos como "el comisario", "policías", y "esta es su historia", ya que las líneas argumentales se resuelven de manera apurada y superficial sin que a uno le importe realmente lo que les pase a los dos protagonistas. La tan alabada labor de los actores también es discutible. Antonio Resines hace bien su papel de tipo normal embarcado en una historia que lo supera, pero Jose Coronado, queriendo ser contenido y sobrio se pasa con su gesto de tipo congestionado por alguna clase de estreñimiento terminal, resultando una caracterización algo caricaturesca. Y de Goya Toledo, mejor ni hablar: toda su belleza (que es mucha) se esfuma en cuanto abre la boca por primera vez; su actuación estaría bien para algún culebrón televisivo tipo "la verdad de Laura" (lo conozco bien porque en su último mes me enganché como un tonto...), pero hacía falta alguien que no rezumase pijerío por los cuatro costados en su papel de novia alcohólica de Jose Coronado, o al menos que supiera ocultarlo. En fin, da rabia ir a ver una película de la que uno espera algo interesante y salir defraudado (quizás mi percepción se vio adulterada por la pareja roedora que me tocó al lado que dedicó media película a cenar cosas crujientes y olorosas mientras mis nervios se ponían igual que si me pasaran mil veces la secuencia esa de Tiburón en la que el viejo pescador pasa las uñas por una pizarra de manera sostenida)
Concedamos a la película un mérito: el proceso imperceptible por el cual Jose Coronado se va volviendo más normal -dentro de un orden- a medida que aumenta su deseo de huir de la mugre en la que está envuelto, mientras Antonio Resines le va cogiendo gusto al mundillo podrido en el que se adentra hasta acabar convertido en alguien muy parecido a aquellos que trastornaron su existencia.
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