26 de out. de 2002

días extraños

el miércoles ceno en casa de mi hermano, cena mexicana, cena de hermanos y acompañantes y nos reímos un rato en un ambiente cercano a la intimidad; siempre me sorprendo en estas circunstancias pensando en todos los mamporros que nos dimos de pequeños con verdadera saña: pienso que lo bueno de las familias es que uno tiene la oportunidad de descargar de los 5 a los 15 años toda su agresividad sin preocuparse de las consecuencias (algo que nunca podrías hacer con tus amigos); uno pasaba del mamporro homicida a estar jugando al rato siguiente y de nuevo a revolcarse por el suelo a tortazo limpio; luego viene la adolescencia, la primera juventud y uno no comprende muy bien a esos seres con los que no había que disculparse ni pedir explicaciones, de pronto se vuelven algo extraños, el peso de tantos años juntos no corresponde con el desarrollo de intereses o gustos comunes; luego uno se hace mayor y se da cuenta del inmenso afecto que siente por ellos, por encima de gustos o afinidades; es entonces cuando cenas como las del miércoles se disfrutan con naturalidad; luego terminan esas cenas y uno piensa, jo, debo ser ya muy mayor, porque soy muy consciente de cuanto disfruto de estas cosas;

el jueves tengo una reunión de attac, discutimos con pasión de cosas de las que no voy a hablar aquí porque sé fehacientemente que producen auténticos bostezos en tre los aficionados a la peluquería (perdón por este pequeños guiño particular); doy vueltas en la cama organizando mis pensamientos sobre el asunto, buscando un hilo para unas cuantas ideas que se me ocurren; abro los ojos y el radio despertador vomita una luz verde que me deprime: 03.00 AM; mierda...

el viernes como con mis suegros al no encontrar la bandeja por ningún lado; me preguntan si A. -su hija, mi mujer, la persona que con sus ausencias en la sobremesa ha hecho que me haya semienganchado a GHIV (me estoy quitando, conste)- está contenta con su pequeña empresa que le obliga a trabajar unas doce horas diarias y a no tener vida social ni familiar apenas; les digo que sí, que sabe que será algo temporal hasta que la cosa se asiente y pueda tener horarios civilizados, que sólo hay que esperar un par de años; entonces surge, cual fiera agazapada, el TEMA, pero así nunca vais a poder tener una familia; respondo que si tuviérmaos familiares hipotéticos no habría problema, por la mañana estarían en el cole en el que doy clase estupendamente cuidados, por las tardes estarían con un hipotético familiar responsable masculino como sería yo, por la noche su hipotética familiar responsable femenina le daría las buenas noches; mi suegra comienza a ponerse nerviosa, pero, así no se puede tener una familia, sí se puede, respondo yo, mira a Alicia Koplowitz, que sólo se ha divorciado tres veces (me lo invento, no sé si es cierto pero me mola el ejemplo y no quiero que la realidad me lo estropee) y tiene hijos; mi suegra se revuelve, el ejemplo le ha dolido, no, no, no, así nunca vais a tener una familia...sopecho que tardará en volver a sacar el tema, sospecho que he sido más cabroncete de lo que pretendía, alabo su comida (no las patatas fritas por si las moscas), hablo de la huelga del próximo 25 en la enseñanza en plan reivindicativo pero la comida ya ha naufragado: los hipotéticos familiares que les gustaría se incorporaran en breve a la pandi se disuelven entre la sopa, se escurren como humo por las rendijas de la campana extractora; vuelvo a casa (al ladito mismo), me enrollo en la mantita, veo a gustavo contando cuanto quiere a su novia y me da la risa antes de quedarme frito: por fin, duermo con una sonrisa en los labios

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