17 de set. de 2002

pues he empezado el curso, y, francamente, después de leer la crónica de la pitusa en la cual parece una habitante del corredor de la muerte esperando vez para sentarse cinco eléctricos minutos, debo decir: la experiencia es un grado; el reencuentro con mis alumnos ha sido agradable, y, como todos los años, muchos de los que terminaron el curso pasado han venido a saludarnos: con algunos elementos me eché unas risas recordando cómo me las hicieron pasar; uno me contó que hacían concursos, cuando yo estaba de espaldas escribiendo en la pizarra, para ver quien se bajaba y subía los pantalones más deprisa (!!!); otro me contaba que había días que él y algunos compañeros venían completamente emporrados a clase, aunque ahora lo estaban dejando, y que era lógico, porque con quince años es la edad de ir fumados al cole (ahí la conversación se agrió considerablemente al insinuar yo cuántas veces venía de tomar pirulas: se ofendió todo -yo no tomo de eso...en el cole-); los nuevos que me han llegado a 3º siempre me hacen gracia el primer día, tan modositos escuchando mi sermón acerca de la pulcritud, el trabajo bien hecho, la obligación de ser responsables y cumplidores y eso de "hay tiempo para todo, sólo hay que saber repartirlo: un par de horitas para estudiar, y el resto para pasarlo como dios"; tras explicarles el programa y aterrorizarlos con el calendario de exámenes y la pila de ejercicios que tendrán que hacer obligatoriamente, llega el turno de ruegos y preguntas en el que, como siempre, nadie dice nada de nada, y todos me miran expectantes, como esperando a que saque el látigo; todo ésto es pura ilusión, porque en quince días ya no hay quien pueda con sus hormonas desatadas... el caso es que acabé la mañana bastante sobrado de energías, preguntándome cuánto tardaré en llegar escarallado a casa tras una jornada completa de clases de 9 a 2 y media

por otro lado ayer caí en la trampa y me tragué casi una hora del circo Sardá...debo confesar que aún me reí un rato, hasta que salieron Antonio David y Enrique del Pozo y empezaron a lanzarse los trastos a la cabeza: pero cómo no se da cuenta este hombre de que todo lo que tiene de gracioso por un lado se lo carga con esas exhibiciones de frikismo cochambroso...hoy volveré a darle al tema, me temo...

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