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estoy afónico
Me coge el frío al salir de la ducha, a traición, un minuto de más permaneciendo sin secarme -iba a poner húmedo, pero casi que no-. La voz se me va gradualmente a lo largo de la mañana, de la misma manera en la que a veces siento que es el mundo el que se me va yendo. A eso del mediodía estoy técnicamente mudo. Hablo poco y en susurros. La gente a la que me dirijo me presta más atención de la habitual. Me miran fijamente, intentando no perderse nada y terminan hablándome, ellos también, en susurros. Parecemos conspiradores o amantes o espías, o quizás un poco de todo. Aparentemente es como si nos estuviéramos diciendo cosas importantes, revelaciones trascendentales, pero sólo es la cháchara de siempre, que, a menos volumen, cobra una nueva dimensión. Subido al coche, voy susurrando algo para mis adentros que apenas escucho.

Me gusta la sensación.
el cielo
Veo el vídeo del tipo ese que agrede a un niña colombiana en un vagón de metro en Barcelona. Las imágenes, sin sonido, con esa cámara fija que hace establecer al espectador una relación con la escena que roza el voyeurismo, son terribles porque en ellas se adivina una lógica que, de no mediar la azarosa parada del tren, amenaza con lleva la acción hasta un desenlace trágico. Frente a ellas experimentamos una rabia que, de estar en ese tren, seguro que sería paralizante pavor. En diferido es fácil creerse un héroe imaginario que le da su merecido al malo mientras salva al débil. En directo seríamos parte de los débiles. Gallinas que se ocultan a la mínima señal de problemas. Esa brecha entre el papel que imaginamos que adoptaríamos en los relatos sobre la realidad y el papel real que improvisamos en la vida de verdad es la que nos convierte sino en cómplices sí en algo que nos sitúa más cerca del agresor que del agredido.

[Una vez más, Borges, en "Historia de la Eternidad", citando a Plotino acerca del cielo cristiano:

Nadie camina allí como sobre una tierra extranjera.

]
9A
[...]
- y entonces ¿te la follaste o no?
- que no te lo voy a decir
- venga, hombre, pero que más te da
- que no pienso contártelo
- pues no sé porqué no me dices que no te la follaste
- ves, si además ya lo sabías
- claro, porque ya se lo había preguntado a ella
- y entonces, ¿porqué me lo preguntas a mí?
- porque quería estar seguro
- seguro ¿de qué?
- es que sus amigas dicen que folla
- ¿y?
- que no me lo creía

[Dos adolescentes de unos catorce años por barba. En el autobús casi desierto, de vez en cuando su conversación rompía el hilo de silencio que los mantenía unidos. Sus frases iluminaban todos los rincones del bus. Como flashes de una vida más de verdad que las de los que cabeceaban sobre los asientos de plástico.]


Borges, "ficciones":

Después reflexioné que todas las cosas le suceden a uno precisamente, precisamente ahora. Siglos de siglos y solo en el presente ocurren los hechos: innumerables hombres en el aire, en la tierra y el mar, y todo lo que realmente pasa me pasa a mí...


Rubén Lardín, en imbécil y desnudo:

Lo que sí compruebo es que con la edad se relajan las costumbres pero de una manera bárbara. Transijo ya poco o nada con el cretinismo y se las paso todas a las personas vulnerables, con o sin gafas, aquellas -y sólo esas- que me parecen honestas y dignas, porque sus razones tendrán. En cuanto a los cretinos, si alguna vez han entablado batalla con las cucarachas sabrán de qué hablo. Es un ejercicio de ataque y omisión. Una y otra y otra más.
9A
Subo a casa -tras comer fuera y tras un agradable paseo a ritmo de 100 metros lisos- en mi bus, en el 9A que atraviesa frenético casi todo Vigo. Frente a mí, a tres filas de distancia, una pareja de chicas van cargadas de maletas claramente en direción al aeropuerto. Una de ellas lleva un megáfono en la mano. Justo delante de mí un chico joven va vestido con la elegancia exquisita de quien se sabe guapo, con la tranquilidad absoluta de quien no duda de sí mismo. Lo envidio de reojo, mientras echo un vistazo a las tres fotografías de Lewis Hamilton con cara de circunstancias en la sección de deportes de El País. De pronto, a la altura de la recta de Candeán, escucho con claridad absoluta y con un marcado acento andaluz, tres filas hacia adelante:

- contad ahora la del taxista;

la chica del megáfono sonríe mucho mientras su compañera finge que siente una vergüenza de cartón piedra de cara al resto de los pasajeros; del fondo del autobús llegan unas risas apagadas y una voz que apenas se distingue:

- luego, en el avión;

mientras mi envidia mira de frente al chico guapo que sonríe con elegancia a las chicas del megáfono, me viene a la cabeza la historia de Funes el memorioso de Borges, un cuento sobre un hombre que recordaba todos los detalles de todas las escenas todo el tiempo. Pienso en Funes el memorioso acordándose años más tarde del color del megáfono, de la cara de la chica, del anuncio de Gadis que están poniendo en el plasma del autobús, de todos los infinitos detalles que se mecen en su interior y que tal y como caen sobre nuestros ojos se evaporan instantáneamente.

Cuando bajo en mi parada, escucho tras de mí, claro y con acento andaluz, venga contad ahora la del taxista.
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la vida en una cara
Voy a ver "promesas del Este" esperando algo y, a cambio, me vuelvo para casa sin nada, apenas. Me pregunto si es que Cronemberg está entrando de cabeza en esa cosa horrible que se llama "período de madurez" y quiere ganarse un oscar o alguna otra chorrada por el estilo. La factura visual de la peli, vale, OK, un Londres extremo tanto en el lujo mafioso que crece paralelo al lujo neocapitalista como en la mugre y la miseria que devoran sin piedad a a mareas de inmigrantes. El guión, repleto de agujeros y concesiones sentimentaloides, me recuerda -por su tendencia a hacer el ridículo en los momentos claves- a aquella "Crash" (no la de David, claro), que imitaba en plan guay a "Vidas Cruzadas" y, a otro nivel -por aquello de las pretensiones no logradas- a "Babel", aquella cosa que aspiraba a darnos lecciones de moral mientras bostezábamos en las butacas de nuestro Cineplex. De todo este desastre filmado con profesional pulcritud -uno no se aburre, pero se irrita continuamente- se salvan los rostros de los actores. El de Viggo Mortensen, modelado en alguna clase de sustancia extraterrestre que le permite ser siempre el personaje que le toque, da igual que sea el rey andarín de "el señor de los anillos" o el hombre-con-un-pasado de "una historia de violencia" y el de Naomi Watts, la mujer de perfecta belleza imperfecta, ante la cual sólo cabe quedarse en estado de shock, mirando sin creérselo. Yo hubiera tirado media película, dejando sólo las escenas en las que aparecen Viggo y Naomi sin sonido y sin orden de ningún tipo. Hubiera salido algo mucho más interesante, seguro. (También pondría las escenas de Armin Mueller-Stahl, tipo de mirada inquietante y elegancia considerable que merecía un papel algo menos ridículo).
videos de tercera




Me pregunto en qué momento los dirigentes del PSOE tuvieron la nefasta idea de pelear con el PP con las armas de éstos. Este vídeo de apoyo a la asignatura "Educación para la ciudadanía" elaborado por las juventudes socialistas -cómo serán las senectudes!- provoca vergüenza ajena y rabia a partes iguales: ¿el hecho de que los unos vivan políticamente en las cloacas obliga necesariamente a los otros a bajar hasta ahí?

Señores socialistas, ahora que ya no está de moda: un poquito de por favor, joder, hostia, ya.
 

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