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palahniuk, palahniuk
A la espera de que el último libro de chuck palahniuk -haunted, fantasmas en castellano- llegue a las librerías el 31 de marzo (¡gracias Santi!), leo la reedición en una nueva editorial de superviviente, su segundo libro.




Como es marca de la casa, el argumento está construído a base de materiales de derribo de la serie Z más casposa: sectas suicidas, personajes con poderes paranormales, falsos teléfonos de la esperanza en los que se invita a los que llaman a suicidarse, gente que hace jardines con flores artificiales robadas de los cementerios y mil detalles más igual de estrambóticos. Ésto, unido a su estilo seco y tendente a lo sentencioso, deberían hacer que odiase profundamente sus libros. Sin embargo soy un fan en toda regla. Creo que si no he leído toda su obra me debe quedar poco, y cada vez que cojo un libro suyo lo leo en unas pocas horas de concentración absoluta. El secreto de Palahniuk está en que, tras la pirotecnia de sus tramas demenciales, ofrece una perspectiva alucinada y -al mismo tiempo- lúcida de la contemporaneidad a la que no es capaz de llegar casi ningún escritor actual. La sociedad de la paranoia, la sociedad de los terrores colectivos y de los remedios absurdos para ese miedo paralizante, la era del delirio como forma generalizada de comunicación, el tiempo de las obsesiones extremas y de los infinitos infiernos domésticos, los años del espacio público como escenario de pánicos insuperables y de la privacidad como fuente de espectáculos sin fin. Todo éso (y más) lo retrata con frialdad y contención extrema un Palahniuk perpetuamente inspirado, increíblemente atento a los innumerables síntomas de una demencia colectiva que se ha instalado de manera imparable en cada uno de nosotros y para la que no tenemos remedio alguno. Sólo mirar y esperar, congelados, como en la sentencia de Benjamin sobre la 2ª guerra mundial: "Occidente asiste fascinado al espectáculo estético de su propia destrucción".

Cuando te haces famoso, el almuerzo ya no es comida; son seiscientos gramos de proteína, trescientos de carbohidratos, combustible sin sal, sin grasas, sin azúcar. Es una comida cada dos horas, seis veces al día.
Comer ya no es comer. Es asimilar proteínas.
Es crema de rejuvenecimiento celular. Lavarse es exfoliarse. Respirar es ahora absorción de oxígeno.
[...]
El riesgo de ser famoso es que has de tomar levotiroxina sódica para mantenerte delgado. Sí, ya puedes empezar a preocuparte por tu sistema nervioso. Luego está el insomnio. El metabolismo pega un bote. El corazón se dispara. Sudas. Estás nervioso todo el rato, pero estás de muerte.
[...]
Las anfetaminas son la droga más americana. ¡Consigues hacer tantas cosas! tienes una pinta estupenda y te apodan "el logros".
-¡Tu cuerpo entero -me grita mi agente- es para lucir los nuevos diseños de tu ropa de sport!
La tiroides cancela la producción normal de tiroxina.
Pero aún tienes una pinta estupenda. Y eres..., eres el Sueño Americano. Eres la economía de crecimiento constante.
Según mi agente, la gente que busca un líder ahí fuera busca algo vibrante. Algo macizo. Algo dinámico. Nadie quiere un dios flacucho. Quieren que de la circunferencia del pecho a la de la cadera vayan ochenta centímetros. Grandes pectorales. piernas largas. Barbilla partida. Pantorrillas perfectas.
Quieren algo más que humano.
Nadie se conforma con la simple corrección anatómica.

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