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unplugged
Voy a darle un descanso temporal al blog. Hasta pronto.
irrealidad
Algunos días me despisto un poco y saco algo tarde a mis perros a cumplir con sus necesidades. Las noches en la Avenida del Aeropuerto tienen una luz algo extraña. Las lámparas de sodio de las farolas producen una luz amarillenta, pero no del tono que, bordeando el ocre da sensación de calidez, sino una variante que vira ligeramente al verde. Esta luz, filtrada ligeramente por las hojas de los árboles, rebotada en el negro profundo del asfalto, y, a veces, entremezclada con la luminosidad deslumbrante de la luna llena produce un efecto extraño sobre las cosas, privándolas en cierta manera de volumen, conviertiéndolas en mera superficie, en un conjunto de objetos planos iluminados por una luz espectral. El silencio inmenso a esa horas refuerza aún más la sensación. Uno puede oír su propia respiración, los pequeños roces de la vegetación bajo el efecto de un suave brisa nocturna. Todo parece un decorado. Un escenario inquietante en el que uno siente intensamente algo turbador, relacionado subterráneamente con sentimientos como la soledad, el abandono, o una especie de vacío difícil de describir. Cuando los perros terminan y vuelvo a entrar en casa, no consigo despegarme de todo de las sensaciones que esa nada concentrada producen en mí. Al acostarme y apagar la luz, puedo ver en la oscuridad de la habitación la cinta negra de asfalto, y, en mis ojos, noto la impronta de esa Avenida del Aeropuerto convertida en una carretera absurda hacia una nada que sólo existe en mi imaginación. Luego duermo, creo.
relación microscópica de disgustos ínfimos
disgusto nº 1
Le quito el móvil a un alumno por andar jugando con él en el aula (depués de llevar un mes avisando sobre el "material escolar" que no admito en el aula: 1) teléfono móvil, 2) consolas portátiles, 3)reproductores de mp3, 4) discmans, 5) cualquier avance tecnológico del que no tenga noticia). Me suplica que se lo devuelva, pues hay una salida escolar a Salamanca y lo necesita "para que sus padres sepan en todo momento donde está". Le digo que nanay. Que como castigo se lo retengo una semana. Eso ayer. Hoy me aparece la madre, junto a una hermana, que le devuelva el móvil, que se va de viaje y lo necesita "para poder comunicarse con sus padres en todo momento", que no tengo derecho a sacárselo, que viene en buen plan, que si no se lo devuelvo hablará con su marido para que tome las "medidas pertinentes". Le digo: a) no le tengo manía a su hijo, buen chaval, por otra parte, b) es una norma que repito incansable al menos dos o tres veces cada semana, c) si se lo devuelvo a él, el valor de la norma es cero: todo el mundo exigirá el mismo trato, d) puede llamar a los profesores que van con él, o él mismo puede llamar desde una cabina, desde el de un compañero, etc etc. Baja la cabeza. Comprende que no se lo voy a devolver y me pide disculpas algo abochornada. Me sereno, me reblandezco, me asombro a mí mismo proponiendo una salida intermedia: se lo lleva al viaje, pero la próxima semana me lo quedo yo para que aprenda a no traer el móvil a la escuela. Me mira incrédula y en su mirada descubro que he metido la pata. Le devuelvo el móvil. Se despide de buen rollito. Me quedo solo. Soy gilipollas. Me vas a copiar mil veces: eres g-i-l-i-p-o-l-l-a-s.


disgusto nº 2
Bajo en bus al centro. Me encuentro con un ex-alumno. Uno de los que vegetaban en clase y que ponían todo su empeño en pasar desapercibido. Nos sentamos juntos. Lo noto extraordinariamente cambiado: otro tono vital, otra manera de estar muy diferente a la que yo conocía. Me habla de su vida, de lo que está haciendo, de que es árbitro de fútbol, de sus excompañeros, de los que ve, de los que no ve, de los que quisiera seguir viendo. Me sonríe. Es natural. No recuerdo su nombre, pienso angustiado mientras el bus recorre a toda velocidad la Avenida del Aeropuerto. Cuando llegamos a su parada, y está saliendo del bus se despide con una sonrisa: adios willy. Yo digo adios sin más (maldita memoria). Se cierra la puerta de golpe, y, súbitamente me levanto y digo: ¡adios, Pablo!. Arranca el bus. Me quedo solo. Soy gilipollas. Me vas a copiar mil veces: eres g-i-l-i-p-o-l-l-a-s.
la manifestación del sábado
Según la organización, dos millones, según el gobierno de Madrid, un millón y medio, según el gobierno civil unos cuatrocientos mil, y, según el manifestódromo 248.500 asistentes. De todas estas cifras, a mi entender, la más verosímil es la última: en este post hay una descripción detallada de como han hecho el recuento, cosa que los otros informantes no añaden. El resto del blog es una crónica muy completa de como se desarrolló la manifestación. (Curiosamente, ciertos políticos han dejado de hablar de "los manifestantes que ladran su rencor por las esquinas" o de esa cosa tan denigrantre que llamaban "la política de pancarta". Raro, raro, raro)
Francia, un diagnóstico
Amor líquido, Zygmunt Bauman:

Si las tensiones generadas por la economía de mercado no alcanzan niveles explosivos es sólo gracias a la válvula de seguridad de la "economía moral" [el intercambio tradicional de bienes y servicios, ayuda vecinal y cooperación entre amigos: todas aquellas razones, impulsos y acciones con los que están entretejidos los lazos humanos y los compromisos duraderos].


Si los sobrantes humanos producidos por la economía de mercado no se vuelven inmanejables es sólo gracias al colchón de esa "economía moral". De no ser por la intervención correctiva, mitigadora, moderadora y compensatoria de la economía moral, la economía de mercado dejaría al descubierto su instinto autodestructivo. El milagro diario de salvación/resurrección de la economía de mercado es fruto de su fracaso en seguir este instinto hasta sus últimas consecuencias.


Si el homo aeconomicus y el homo consumens son los únicos admitidos en el mundo regido por la economía de mercado, un número considerable de seres humanos queda excluido de la lista de candidatos que reúnen los requisitos necesarios para acceder a un permiso de residencia permanente, y pocos o ninguno tienen derecho a gozar del estatus de residentes legítimos en todo momento y en toda ocasión. Pocos o ninguno logran escapar de esa zona gris que el mercado desdeña y que gustosamente desterraría o extirparía de raíz del mundo que gobierna.

(me he acordado del típico refrán que tanto se ha dicho últimamente: "cuando las barbas de tu vecino veas pelar...")
el parchís, un suponer
Siempre he pensado que el parchís es algo más que un juego. Se trata de una actividad en la que se encuentran implicados algunos de los elementos fundamentales de la personalidad humana y que sirve de entrenamiento para el ejercicio de complejas capacidades racionales y emotivas. Podemos destacar:


- fomenta, por un lado, el espíritu de equipo, y, simultáneamente, predispone a la sana competición en un entorno exigente pero no amenazador;
- pone a prueba la capacidad de tomar decisiones complejas en múltiples circunstancias, introduciendo con frecuencia apasionados debates entre ética y moral, o incluso entre ética de la necesidad y ética del deber; por ejemplo, pongo una barrera, o ¿es mejor que adelante casillas en mi camino hacia la meta?
- desarrolla capacidades básicas como la concentración y la atención;
- supone una introducción a la educación estética y artística: gracias a él uno comprende mejor corrientes artísticas como el constructivismo, el neoplasticismo, la abstracción geométrica, el op-art, o los fauves;
- puede ayudar a superar problemas de orientación en dos y tres dimensiones gracias a su configuración laberintíca sobre un plano;
- exige una comprensión profunda del papel que juega el azar en la vida cotidiana y de como uno debe estar listo para enfrentarse a las contingencias que puede deparar la adversidad: ¿quién no ha esperado pacientemente a que le saliera un cinco, meditando con calma, mientras veía a los competidores pero sin embargo amigos recorrer velozmente las casillas?
- promueve un espíritu lúdico en el que encajan perfectamente las celebraciones victoriosas de moderada euforia con el sano fair play que acompaña al jugador derrotado;
- invita a desarrollar la perseverancia y la capacidad de superar adversidades, jugando una y otra vez para entender la mecánica profunda del juego, en la que se entremezcla el azar, las elecciones personales adecuadas y la observación atenta de los movimientos de los rivales.

Por estas razones y por otras que no pongo aquí para no resultar pesado, solicité en su momento que el parchís fuera una asignatura evaluable en todo el trayecto escolar obligatorio -desde los tres hasta los dieciseis años- obteniendo como respuesta una fría carta del Ministerio de Educación en la que se me decía que con la nueva ley (la maldita LOE) que sí, que el parchís será una asignatura en el currículum escolar, pero que no será evaluable ni tendrá asignaturas optativas. Ante la injusticia que supone para los amantes del parchís semejante iniciativa, que limita la libertad educativa de aquellas familias deseosas de que sus hijos complementen con esta asignatura los valores básicos de una vida digna, yo les replico a los autores de la reforma educativa que no tiene sentido ofrecer mi asignatura de parchís si los alumnos no tienen que elegir una alternativa (está claro con qué se van a quedar) y, si además, ésta no cuenta para el currículum (lo que supone devaluarla por completo y restringirla de facto a su enseñanaza privada o fuera de la escuela).

Por todo ello, mañana sábado 12 de Noviembre estaré con mi pancarta ("ZP escucha, el parchís está en lucha"), protestando en Madrid contra esta ley perversa que recorta el derecho básico de los parchiseros a recibir una educación conforme a sus valores (he oído que hay más descontentos, como los amantes del macramé, de los bordados, del punto de cruz y de la construcción de iglesias con cerillas) y que rebaja sustancialmente la calidad de la enseñanza en España.
un nuevo blog
Santiago y yo hemos decidido lanzarnos al mundo del deporte. No como participantes activos, sino como cronistas. Nuestro equipo admite colaboradores. El periodista deportivo (en fase de pruebas).
un comentario
Jorge Lanata, periodista argentino, tertuliano del programa "la ventana" de la cadena SER todos los martes entre las 18.15 y las 19.00, dijo el pasado Martes 31, con cierta melancolía en la voz, con respecto a las manifestaciones que tienen lugar en Argentina para protestar por la firma del ALCA y por la presencia de Bush en el país:

Hubo una época en la que las manifestaciones las encabezaba gente como Jean Paul Sarte.




(cuesta creerlo, pero parece ser que sí)
(gugleando un poco, encuentro una interesante historia en rebelion.org sobre el despido, en Mayo de este año, de Jorge Lanata del canal de televisión uruguayo Canal 12 por investigar a empresarios y políticos de este país acusados de delitos como evasión de capitales o enriquecimientos ilícitos: la realidad funciona igual de mal en todas partes)
extrañas asociaciones de ideas
Dándole vueltas a los comentarios del post anterior me ha venido a la cabeza el discurso que en la novela de Ray Bradbury Farenheit 451 el jefe de bomberos le suelta al ya indeciso protagonista Montag:

Si no quieres que un hombre se sienta políticamente desgraciado, no le enseñes dos aspectos de una misma cuestión, para perocuparle; enséñale sólo uno. O mejor, no le des ninguno. Haz que olvide que existe una cosa que se llama guerra. Si el gobierno es poco eficiente, excesivamente intelectual o aficionado a aumentar los impuestos, mejor es que sea todo eso que no que la gente se preocupe por todo ello. Tranquilidad Montag. Dale a la gente concursos que pueda ganar recordando la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales del Estado o cuanto maíz produjo Iowa el año pasado. Atibórralo de datos no combustibles, lánzales encima tantos "hechos" que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque los hechos de esa naturaleza no cambian. No les des ninguna materia delicada como Filosofía o la Sociología para que empiecen a atar cabos. Por ese camino se encuentra la melancolía.




[También, leyendo el magnífico post de Ceryle sobre Pasolini, me prometo a mí mismo que intentaré hacer mía una máxima del propio cineasta sobre el compromiso político: primero pasión, después ideología.]
a su imagen y semejanza
Recuerdo cuando, hace dos años, las discrepancias entre socialistas y nacionalistas dieron la alcaldía de Vigo a la popular Corina Porro. El clima de enfrentamiento continuado entre socios de aquellos días hizo que, muchos de nosotros, hastiados de ver pelear entre sí a aquellos a quienes habíamos dado nuestros votos, acogiéramos con desencantado distanciamiento el relevo en la alcaldía: "después de todo, peor no puede hacerlo", pensábamos los ingenuos que, saturados de embrollos incomprensibles, aspirábamos simplemente a no tener que hacerle más caso al asunto.

Dos años después admito mi error: era posible hacerlo peor. No es sólo que la señora alcaldesa decida personalmente los tipos de flores y plantas con los que ha inundado las calles en un derroche de a) euros y b) pésimo gusto. O que haya levantado media ciudad para tenerla lista (¡sin éxito!) para ese acontecimiento paletil a mayor gloria de la hostelería de Sanxenxo que es la salida de la Volvo Ocean Race. Ni que se haya embarcado en un proyecto retro-kitch de "adecentamiento" de las zonas vips de la ciudad. O que haya convertido la acción política en una especie de obsesión decorativista de alcance imprevisible. O que haya abandonado a su suerte a las zonas más deprimidas del casco histórico y a los barrios del rural. No es sólo eso. Lo peor es la sensación de que el grupo de gobierno se comporta como si ésto fuera la ciudad de la señorita Pepis: mucho maquillaje mal colocado y ausencia de iniciativas vigorosas que aumenten la calidad de vida de sus habitantes. Mientras, la ciudad asiste ante la apatía generalizada a una transformación subterránea que no se sabe hasta donde va a llegar. La política se ha convertido en cosmética (entre el clamoroso silencio de una oposición fantasmal, atada por sus propios intereses en temas como el Plan General de Ordenación Urbana y los sustanciosos cambios que se derivarán de su aprobación) mientras la ciudad languidece en un clima cultural ya no chato, sino directamente eunuquil (sólo salvado por las iniciativas de algunos héroes suicidas de los que ya he hablado mil veces), en medio de un letargo social en el que una mezcla absurda de autocomplacencia y apatía nos ha llevado de ser una ciudad más o menos combativa a ser un cadáver al que le han puesto unas flores horrorosas en su tumba. Ay.






magia
Leo en el suplemento de los jueves que acompaña al diario el país, en la versión -reducida- en castellano del new york times, que un investigador del MIT (posiblemente la institución educativa más prestigiosa del planeta, la misma que hace dos años puso en internet a disposición de todo el mundo los apuntes de todas las asignaturas de las licenciaturas que allí se imparten) ha repetido la famosa experiencia de Arquímedes en la cual éste defendió la ciudad de Siracusa del ataque de los barcos romanos (año 212 a.C.) utilizando un gigantesco espejo convexo para prender fuego a distancia a dichas naves.




La motivación de dicho experimento fue un episodio del programa de televisión MythBusters en el cual, tras intentar hacer arder sin éxito un barco a distancia con la ayuda de unos espejos, llegaban a la conclusión de que la famosa historia era pura leyenda. David Wallace, course instructor del programa 2009 propuso a sus alumnos llevar adelante la experiencia para ver si era posible o no hacer algo semejante. Tras un primer intento fallido a causa de la nubosidad, el cuatro de octubre de este año, reuniendo 127 espejos de forma cuadrada y de un m2 de área cada uno formando un semicírculo alrededor de una réplica en miniatura de una nave romana, consiguió prender fuego al barco.





Me pregunto qué habría pasado si en alguna de nuestras universidades un profesor hubiera propuesto semejante experimento a sus colegas de facultad. Posiblemente, y como mínimo, le habrían llamado chiflado, para, posteriormente, dar mil argumentos sobre la necesidad de ceñirse al programa de la asignatura y bla bla bla.

[Reflexión final: desde hace muchos años siento una fascinación inmensa por los Estados Unidos, tanto en lo que se refiere a su "alta" como a su "baja" cultura. Un lugar especial tiene para mí su enfoque de la enseñanza de la ciencia y su capacidad para captar a los alumnos más brillantes de todo el planeta para sus universidades (aunque parece ser que la competencia de las universidades chinas y sobre todo indias empieza a preocuparles seriamente). Algo como el MIT es impensable en España. La mezcla dinero+atrevimiento+imaginación+rigor+investigación es inimaginable por estos lares, donde escasea lo primero y todo lo demás es meramente residual.]
 

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