Estás lendo

exhibirse, curarse
A través del blog de opaco (quien, a su vez, lo vio en alt1040), descubro una historia que no sabría muy bien cómo calificar. Un hombre, David LaPuma, descubre un día que se ha levantado sin el sentido del gusto. Alarmado por este hecho va al médico (no quiero ni imaginarme en su situación), que, tras varias pruebas, decide hacerle un scanner para descubrir que tiene un pequeño tumor en uno de los lóbulos cerebrales. Como es pequeño le dicen que espere unos meses mientras lo machacan con medicamentos que prefiero no saber ni como se llaman. Tras ello, una nueva prueba determina que el tumor ha crecido y que hay que extirparlo. Hasta aquí uno más de los miles de dramas médicos que vive la humanidad cada día. La historia, sin embargo, comienza en el momento en el que David LaPuma decide sacar fotos del proceso y colgarlas en su cuenta flickr (OJO con el enlace, contiene imágenes poco aptas para estómagos delicados): la noche antes de la operación, durante ella (obra del propio cirujano!!!), y después, mostrando las diversas fases de su recuperación y algunas imágenes del tumor.

Hay algo terrible en todo el proceso, en especial en las imágenes de la operación del cerebro -que he visto con una mano delante de los ojos, intuyendo lo que allí se mostraba, ya dije que cuando estoy enfermo debería ir al veterinario por gallina-, y, al mismo tiempo, algo increíblemente emocionante en toda la historia que cuenta detalladamente en su propio blog, llamándole al tumor "el alien". Digamos que mostrar en internet tu propio cerebro en el sentido literal requiere una dosis de atrevimiento increíble, una especie de pérdida absoluta de temores y prejuicios derivada de la situación que se está viviendo. Digamos que a veces el exhibicionismo puede ser una fuente, sino de curación, si de consuelo: los mensajes de ánimo de gente desconocida salpican los comentarios de las imágenes y de los posts. Una especie de abrazo virtual por parte de una humanidad anónima que empatiza automáticamente con las historias más tremendas, las que nos ponen al límite de nuestra capacidad de supervivencia. Todavía no sé si me parece horrible o maravilloso o una mezcla tóxica de ambas cosas, una situación novedosa (o no: me acordé de Orlan y de esos vídeos en los que se pueden sus treinta operaciones de cirugía en las que iba alterando su cuerpo a su voluntad, construyéndose a sí misma a su propia medida) imposible de ser encajada en una categoría determinada, reacia a dejarse clasificar con nuestros criterios morales y estéticos habituales.

La pregunta posterior que me hice fue: en una sitación semejante, ¿cuántas personas tendrían la capacidad de tomar la distancia suficiente con algo así para hacer una narración pormenorizada hasta lo quirúrgico de su propia experiencia? Preso de mi propio pánico, yo no sería capaz ni de encender el ordenador: ya no hablo de darle mi cámara digital al cirujano y decirle: "cuando me hayas abierto la cabeza, quiero una de frente, otra de perfil, dos con bisturí, y otra con las pinzas esas que te sirven para apartar las meninges". Glups.




[Una imagen que me puso la piel de gallina: David y su novia, la noche anterior a la operación.]

Comentarios nesta entrada

 

Este sitio está baixo as condicións dunha licencia Creative Commons.

RSS Feed. Feito con Blogger. Plantilla Modern Clix, deseñada por Rodrigo Galindez. Modern Clix blogger template por Introblogger.