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roberto bolaño entre paréntesis
un amigo me ha regalado este verano este libro:




(para los que vemos la literatura como una enfermedad, y a los escritores como enfermos que uno desearía que le contagiaran algo de su mal, roberto bolaño ocupa un lugar de privilegio en ese gran hospital que es la literatura contemporánea: yo le dedicaría toda una planta a él solo y pondría a un ejército de médicos a estudiar su caso)

el libro recoge, agrupados por temas, diversos artículos, conferencias, presentaciones y una considerable cantidad de textos sueltos con los que se ganó la vida durante varios años escribiendo para periódicos, presentaciones de cursos y otras cosas por el estilo (incluso un pregón de las fiestas de su pueblo adoptivo, blanes); aunque, como toda recopilación, es algo irregular, tiene momentos grandiosos que hablan no sólo de su inmensa calidad literaria, sino de su valor para decir cosas que claramente le iban a perjudicar en el momento de ser escritas, de su juicio implacable sobre la seudoliteratura y las supuestas vacas sagradas de la escritura sudamericana y española, y de su claridad para mostrar en pocas líneas la bondad -o la mediocridad- de libros y autores concretos;

lo que más llama la atención es su implacable sentido del humor, expresado a través de duros sarcaSmos fruto de muchos años de ninguneo y de pasarlo mal a causa de los apuros económicos, y su capacidad para iluminar un libro, un autor, los tesoros escondidos bajo la carbonilla de la cotidianeidad, e incluso su país natal (chile), al volver a él tras 20 años de exilio debido a su militancia comunista en la época pre y post pinochet...


Esto es lo que aprendí de la literatura chilena. Nada pidas que nada se te dará. No te enfermes que nadie te ayudará. No pidas entrar en ninguna antología que tu nombre siempre se ocultará. No luches porque siempre serás vencido. No le des la espalda al poder porque el poder lo es todo. No escatimes elogios a los imbéciles, a los dogmáticos, a los mediocres, si no quieres vivir una temporada en el infierno. La vidad sigue, aquí, más o menos igual.
[...]
Por momentos puede ser maravilloso eso de que todo el mundo escriba porque uno encuentra colegas en todas partes, y por momentos puede resultar pesado, porque cualquier gilipollas iletrado se siente imbuido de todos los defectos y ninguna de las virtudes de un escritor verdadero. Nicanor Parra lo dijo: tal vez sería conveniente leer un poco más.
[...]
De más está decir que luchamos a brazo partido [habla de sus años de miltante comunista], pero tuvimos jefes corruptos, líderes cobardes, un aparato de propaganda que era una leprosería, luchamos por partidos que de haber vencido nos hubieran enviado de inmediato a un campo de trabajos forzados, luchamos y pusimos toda nuestra generosidad en un ideal que hacía más de cincuenta años que estaba muerto, y algunos lo sabíamos, y cómo no lo íbamos a saber si habíamos leído a trotski o éramos trotskistas, pero igual lo hicimos, porque fuimos estúpidos y generosos, como son los jóvenes, que todo lo entregan y no piden nada a cambio, y ahora de esos jóvenes ya no queda nada, los que no murieron en Bolivia, murieron en Argentina o en Perú, y los que sobrevivieron se fueron a morir a México o a Chile, y a los que no mataron allí los mataron después en Nicaragua, en Colombia, en el Salvador. Toda Latinoamérica está sembrada con los huesos de esos jóvenes olvidados.

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