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tres horas
tres horas en una caravana para hacer 25 km (aldán-vigo) dan para bastante; en este caso, fundamentalmente, para tragarse sin pestañear casi un programa entero sobre ocultismo y fenómenos para-anormales que dirige un tal iker (¿casillas? no recuerdo el apellido) que se llama milenio 21 o algo por el estilo (¿milenio 3? ¿siglo 3? ¿radio 21? ay que me estoy liando); después de un montón de bobadas sobre las pirámides llegó la hora de dar la lista de libros que el oyente medio del programa debe llevarse a la playa, encabezada por el código da vinci, el último best seller tontorrón vendido a mansalva gracias al boca-oído; es curioso, porque este libro, por las críticas que he leído sobre él -la última, dos páginas enteras en la revista de libros del mes de junio dedicada a desmontar todas las estupideces que da por verdaderas- juega a presentar como ciertos un buen montón de datos supuestamente "científicos" y "empíricamente demostrados", y la gente que lo lee ¡se los cree de veras!... mientras la caravana avanzaba en 40 minutos 400 metros a lo largo de la muy puta bella villa de moaña, recordé varias conversaciones más o menos recientes en las que he oído hablar de gente que "está en contra de los antibióticos" (así, en general), de gente "que no vacuna a los niños porque es malo para ellos", y de otros desvaríos semejantes presentados como disciplinas alternativas a las ramas del saber tradicional; es curioso que el tarado "investigador de lo oculto" j.j. benítez tenga un espacio en tve en el que delirar sobre todos los grandes misterios de la humanidad (pirámides, triángulos, geoglifos, monolitos, islas de pascua, etc etc), que iker (¡jiménez!, ya me acordé) tenga otro en la ser en hora punta y que en cualquier cadena -de radio o tv- que se precie haya un ejército de adivinas, echadoras de cartas y brujos/as que sueltan disparates sin el menor rubor, mientras que los programas dedicados al saber científico se esconden en horarios vergonzosos presentados de manera ramplona por individuos más o menos extravagantes, simpáticos a su manera, pero extravagantes (punset o el pesadito de toharia); es curioso todo este descrédito de la razón, todo este desprecio de saberes construidos contra el oscurantismo de las creencias durante siglos en favor de teorías absurdas fabricadas ad hoc y vestidas de misticismos tétricos: la sociedad en la que vivimos no sólo proclama su acientifismo con orgullo sino que además se vanagloria de creer en estupideces y supercherías absurdas; (por mi parte, cada vez que sale un tema así en una conversación, se me afila el colmillo derecho (tengo ambos bastante desarrollados) y entro a matar...)

a la altura de domaio, casi ya en el puente de rande, con vigo al alcance de la mano del otro lado de la ría, de pronto empezó un programa de toros por sorpresa (por el medio, entre la borrachera de mis divagaciones pasó todo el larguero sin apenas escucharlo); apagué la radio y me dediqué a admirar los colores de los fuegos artificiales de las fiestas de chapela recortados contra el manto estrellado de esta calurosísima noche de julio: mucho mejor que los programas para tarados creyentes de las paraciencias que andan sueltos por esas radios de dios

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