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noche de fiesta

la noche del jueves al viernes hicimos una pequeña celebración en el micro-jardín de casa; montamos una carpa de3x3 (de alcampo, precio ridículo), hicimos algo de cenar, pusimos unas mesas bajas y una lona en el suelo para cenar sentados; subieron el equipo de música y entre L. y un amigo vasco de C. y él animaron la noche pinchando desde el bajo de la casa, convirtiendo fugazmente la minicarpa de alcampo en una minicarpa dance, hasta que la hora nos obligó a encerrarnos en el bajo por aquello del volumen; la cosa estuvo bien, había hasta velas colocadas estratégicamente por el micro-jardín (tipo el de david el gnomo, para aclararnos) y milagrosamente no llovió; buen ambiente, buena música, típica fiesta veraniega de treintañeros...

hice algunas fotos del evento, pero las que más me gustaron son las que saqué al día siguiente cuando, con todo ya retirado, llovió a cántaros y, al no haber desmontado la carpa, la lluvia la dejó hecha un pingajo:

el condón gigante, desparramado sobre las barras


no sé, tengo la impresión de que hay algo falso en las fotos de la fiesta, todo colorines y gente sonriente bajo los efectos del alcohol, mientras que la de la carpa convertida en un revoltijo de plástico -como un condón gigante que se hubiera roto- con el armazón de tubos de chapa lacados al aire, parece más verdadera, revelando algo esencial acerca de la naturaleza de las relaciones entre la gente, algo frágil, endeble, desprotegido, vacilante, y, visto de cerca, hasta un poco deprimente;

(por cierto, que la niebla y los litros de agua que llevamos chupados a lo largo de este día -y los que nos quedan- no son justos: ¿no llega con los 10 meses de invierno que llevamos? joder, asco de clima)

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