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noviembre negro

"¿bailar? nunca aprendí, sólo sé hacer cosas tristes" (simone signoret en Therese Raquin)



nos publican en el atlántico diario la carta de protesta por la noticia de la bomba que enviamos desde el colegio; en el faro de vigo y la voz de galiciani rastro; ésto me decepciona profundamente.

nos vamos al parador de benavente el fin de semana en plan concentración de profesores, el lema "repensar la escuela"; pasamos dos días encerrados dándole vueltas al tema, hay enfentamientos bastante duros (30 tipos no pueden estar de acuerdo en todo), pero lo pasamos bien, la noche del viernes salimos por benavente y me veo bailando el catálogo-de-canciones-que-odio: corazón latino, ave maría, en la tercera dejo de pensar en ello y, whisky en la mano me olvido de que estoy en benavente y que soy yo el que lo está pasando bien pese a todo; llego reventado a casa el domingo, con dolor de cabeza, moderadamente satisfecho con emociones contrapuestas; enciendo la tele y veo lo del petrolero y la ira me invade cada terminación nerviosa del cuerpo: un barco que no ha pasado ninguna revisión bajo normativa europea, bajo bandera de conveniencia, con un armador camuflado bajo una maraña de sociedades fantasmas en gibraltar...



escojo estas dos imágenes entre las miles que ofrece la prensa (están sacadas de la voz de galicia); en la primera un pescador parece estar arando un campo de fuel, uno tien la impresión de que está cavando su propia tumba en la arena; la otra parece preparada por el propio fotógrafo, me cuesta creer que alguien se tome la molestia de llevar a cabo un gesto tan melodramático; en cualquier caso, las fotos no ilustran la indignación ni la rabia que nos envenenan hasta la médula...

hoy tuve la segunda reunión de padres del trimestre; es sorprendente cómo sus caras, los gestos acumulados durante tantos años en las arrugas de éstas, lo dicen casi todo sobre las bondades o miserias de sus hijos; los gestos crispados, las miradas desorbitadas o ceñudas, los pliegues que circundan detalladamente algunos labios o el gesto contraído de otros que habla de su desencanto, su asqueamiento o su cansancio; afortundadamente, siempre aparece la pareja de padres que moviéndose en la nebulosa de los cuarentaymuchos entra sonriente en clase con una mirada franca y cara de contento por conocer al tutor de su hijo: esta especie es escasa y se reconoce a kilómetros: son padres que no discuten entre ellos delante de los hijos, que se han pasado muchas horas junto a ellos y que han sabido decir no cuando hacía falta de manera justa y equilibrada, que tienen hijos que son un reflejo con vida propia del ambiente de afecto y serenidad de su casa, que están orgullosos de manera discreta de sus vidas, de la educación y el cariño que les han brindado, que están agradecidos al colegio y a los profesores, que se han levantado varios cientos de sábados a las 7 de la mañana para llevarlos a jugar a algún deporte que no les interesa a lugares que nunca visitarían por su propio pie, que les han demostrado de manera elegante infinidad de veces cuanto los quieren, admiran y respetan, que han sufrido silenciosamente sus enfermedades, sus tristezas y sus pequeños o grandes dolores, que saben que forman una hermandad subterránea, desconocida, fundamental y en peligro de extinción: los buenos padres; pues hoy tuve 18 padres de los otros y una pareja de estos, aún tengo grabada la sonrisa de la madre, la mirada del padre, el ligero rubor de sus mejillas y la sonrisa vergonzosa ante mis elogios...es lo bueno de esta profesión, de vez en cuando conoces gente corriente realmente excepcional y tienes la oportunidad de decírselo...

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