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sucesos casi-paranormales

voy a comer a casa de mis padres (un poco aburrido del sofá y de shannen dogherty), pero llego tan tarde que encuentro la casa casi vacía y a la pitusa a punto de pirarse a su "otro" chollo (la enseñanaza no le ocupa mucho, no); me cuenta sus experiencias con las bestias y la veo bien, apenas le tiemblan las manos y se le ha casi ido esa expresión de terror que recordaba de hace dos semanas; se va; acabo de comer, me echo en el sofá, hay 25 ºC en el piso y pongo la tele: en el plus ponen una película que se llama "el ritmo del éxito", sé que va a ser un asco, pero el calorcito y la semimodorra me hacen disfrutar en cantidades industriales (omito detalles: no la veais excepto si reunís las condiciones descritas); bien, bajo en el ascensor hacia la parada del bus (un alma caritativa me acercó desde el cole hasta la casa de mis padres) y me miro en su espejo; la luz cenital marca con claridad el ramillete de arrugas en las comisuras de los labios y alrededor de los ojos, trato de consolarme, pienso que son un resumen de mis estados de ánimo a lo largo de 32 años, que lo fácil es quitárselas, pero ponérselas es imposible, porque para ello tienes que haber vivido, bien o mal, pero algo tienes que haber pasado; acerco la nariz al espejo hasta sentir el frío del cristal y veo un monstruo a causa de la perspectiva distorsionada; ahora comprendo porqué cerramos los ojos al dar besos: la visión es terrorífica: arrugas, el rostro deformado, la nariz aplastada...con lo bonitos que quedan en el cine;

llego a la parada del bus, hay una pantalla que avisa del tiempo que tarda en pasar cada línea: ésto es nuevo para mí, hacía años que no me quedaba esperando en una parada de bus...subo y me siento en un asiento individual, trato de recordar los tiempos en que el coche era una entelequia e intento averiguar qué clase de personas usan el transporte público: estudiantes, jubilados, un tipo que se parece un montón al personaje que interpreta javier bardem en "los lunes al sol" (tengo que verla ya: sale una alumna mía haciendo de mejor amiga de la hija de bardem, cantando en un karaoke el "a quien le importa" de alaska: la canción se ha convertido en el himno de su clase, se la cantan cada dos por tres a la pobre; me contó que fue a una fiesta en el SPECTRA (playa de Samil) con todo el equipo de la peli y que eran todos "guays y superenrrollados", le pido un autógrafo y se pone colorada y me dice no me tomes el pelo, ¡pero si lo digo en serio!); desde el bus se ve la realidad un metro más alto, con esa perspectiva miro esta ciudad en permanente tensión construcción/destrucción: calles horadadas por el cable, la luz, el agua, la telefonía móvil, el saneamiento, alguno de los 50.000 parkings que piensan llevar a cabo, baches como bocas de metro y obreros como hormigas azules perforando sin desmayo...además es increíble que sea octubre, todo el mundo va más veraniego que en agosto, pienso me he confundido y estoy en los ángeles y el autobús va a malibú beach o a rodeo drive o a beverly hills, hasta que sube un vecino mío y tiene problemas con la máquina de las tarjetas magnéticas y hace ademán de darle una hostia (bueno, si sonase un poco de hip hop en la radio y el tipo llevase pantalones de chandal por debajo del culo y una sudadera negra con capucha mi fantasía podría seguir su curso); vuelvo a la realidad (a 1 metro de altura) y veo al tipo que ha sacado su tarjeta y mira con cara de "a mí máquinas gilipollas..."; el autobús se va vaciando pero yo sigo hacia arriba, cuando bajo tengo una sensación extraña, parecida a la que tiene uno al salir de un avión, como si mi cuerpo no asimilara bien el "ya estoy aquí"...



(yo puedo decir: he vivido); los protas de la película en el barco vigo-cangas; al fondo, la ciudad más perforada del mundo

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